¿Quién necesita un trabajo teniendo dos mil seguidores en Instagram o Twitter?
Antes de que te retires a tu mansión en tu isla privada, quiero que recuerdes aquella bella época en la que personas que conocíamos nos daban consejos de vida, dándonos lecciones para afrontar la vida lo mejor posible.
¿En qué momento nos hemos dejado influenciar por personas que ni tan sólo conocemos?
Las redes sociales han democratizado la influencia, y con un simple clic en el botón de “Seguir”, podemos encontrar centenares y miles de consejos para conseguir el tan deseado éxito en todas sus formas. Pero, ¿qué tan confiables son estos consejos? ¿Realmente estos miles de seguidores conocen la trayectoria y la experienca de quienes están tras el perfil en la red social?
La búsqueda del éxito se ha convertido en una carrera frenética por acumular seguidores, likes e interacciones. Las redes sociales han hecho que todos seamos, de alguna manera, estrellas de nuestros propios escenarios digitales. Los sabios consejos quedan atrás: los relatos de nuestros abuelos, los valores de vida que nos transmitían nuestros padres, o esas pequeñas conversaciones con la gente mayor de nuestro pueblo o barrio quedan a menudo en segundo plano.
Las voces de aquellos que nos conocen en carne y hueso, que de verdad han experimentado el éxito y el fracaso a lo largo de los años, son reemplazados por cacofonías de consejos rápidos y vacíos, soluciones instantáneas e inútiles que inundan nuestros feeds.
En este mundo digital, a menudo, estamos dispuestos a confiar en la influencia de quienes acumulan seguidores, sin detenernos a mirar si esta influencia se basa en algo más que en una falsa imagen pulida en internet.
A medida que vamos exporando la cultura del éxito en internet, consideramos cómo podemos equilibrar la búsqueda del conocimiento y la experiencia con la cautela necesaria para distinguir la información valiosa de lo que es únicamente un escaparate reflejo de la vanidad virtual.
El atractivo de la promesa del éxito rápido
Esta promesa, a la que últimamente nos vemos bombardeados, es irresistiblemente atractiva. ¿Quién sería el tonto de resistirse a la idea de alcanzar el éxito sin esperar?
La obsesión con la eficiencia, la gratificación instantánea y esa falsa percepción de que hacerse millonario depende de la actitud de uno mismo, frente al hecho de trabajar arduamente para pagar las necesidades básicas resulta desalentador. Los falsos gurús capitalizan esta ansiedad, y presentan sus soluciones como una fórmula mágica que te lleva desde la mediocridad hasta la grandeza en un abrir y cerrar de ojos.
Los falsos gurús se nos presentan como millonarios teniendo una vida de ensueño con coches de lujo, mansiones, ropa cara… sin necesidad de sudar, luchar o sacrificar. La realidad de este éxito es mucho menos glamurosa. Hay un concepto que usa esta gente que lo explica a la perfección: “Fake it until you make it”.
Este concepto habla de eso: aparentar hasta que lo consigas. Nada de lo que tienen es real, son una ilusión cuidadosamente construida, ¿su objetivo? conseguir que te creas esa imagen de persona de éxito y que disposites tu confianza en esa falsa influencia. Humo en forma de cursos, formaciones y academias excesivamente costosas que prometen resultados milagrosos y son simplemente eso: humo.
La única manera en la que puedes salir beneficiado en estos “cursos” es sumar más gente al carro, evidentemente. Personas que han mordido el anzuelo aparentando una imagen de éxito, consiguen un buen pedazo de pastel a costa de que más gente muerda el anzuelo. ¿Te suena? Lo que toda la vida se ha llamado estafa piramidal.
¿Serás el próximo millonario o simplemente un tonto más comprando un curso a un estafador?
Navegando sobre el mar de la desinformación
El impacto de la desinformación es bastante perjudicial. Sólo basta con buscar algo en Google o Youtube para darte cuenta de que intentarán venderte la moto con cualquier cosa.